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El herpes tipo I es muy contagioso y comúnmente transmitido por el contacto de la piel con alguien que tenga el virus. Casi todas las personas (un 90 por ciento de la población) están expuestas al herpes tipo I, generalmente durante la niñez. Una vez desaparecida la infección el virus pasa a un estado inactivo, viviendo en las células nerviosas de la piel o el ojo. El virus puede reactivarse en diferentes formas, incluyendo:

  • Estrés
  • Exposición al sol
  • Fiebre
  • Trauma en el cuerpo (debido a lesiones o cirugía)
  • Menstruación
  • Ciertos medicamentos

Una vez que el virus Herpes simplex se introduce en el ojo típicamente infecta a los párpados, la conjuntiva (la membrana delgada que cubre la parte interior de sus párpados, y la parte blanca del ojo), y la córnea (la ventana transparente en frente del ojo). Las señales y síntomas de la infección incluyen:

  • Ojo rojo
  • Dolor o resentimiento del ojo
  • Lagrimeo
  • Sensibilidad a la luz
  • Irritación
  • Visión borrosa

Si la infección es superficial con presencia de úlceras sólo en la capa superior de la córnea (epitelio), usualmente sana sin ocasionar cicatrización. Si las úlceras involucran capas más profundas de la córnea (lo que puede suceder con el paso del tiempo), la infección puede ocasionar una cicatrización de la córnea, pérdida de visión y en algunos casos, ceguera. La queratitis herpética sin tratamiento puede causar daños severos a sus ojos.